Relatos




Sur de Noruega en familia, verano 2.005

 

Por  EvaV (Eva Verdaguer)
con la colaboración especial de David, que ha revisado el texto, y Xènia y Aina, que a ratos me han permitido escribirlo



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Preparación previa


Este viaje ha sido el primero que hemos realizado durante unas vacaciones de verano en la autocaravana, y además ha sido el primer viaje itinerante que hemos llevado a cabo después de haber tenido a las niñas (este verano tenían 5 años y medio, y 3 años y medio). Hasta ahora, con ellas, habíamos pasado las anteriores vacaciones de verano en complejos hoteleros de las islas Canarias, de modo que tuviéramos a nuestra disposición diversas piscinas y restaurantes, sin tener que movernos de sitio.

El viaje itinerante es una de las pasiones que compartimos mi marido y yo, aunque yo me llevo la mayor parte de la preparación. Para mí la preparación es una pasión tan grande como el propio viaje.

Anteriormente, en pareja, habíamos viajado por Nueva Zelanda, Islandia y Chile, en coche de alquiler, y durmiendo en hoteles previamente acordados (aunque hubiéramos diseñado el viaje totalmente a nuestra voluntad, como fue el caso de los viajes a Islandia y Chile).

El gusanillo estaba ahí.

10 meses antes de salir, nos habíamos comprado una caravana rutera (Eriba Touring), y habíamos previsto un viaje a Suiza.

7 meses antes de salir (después de un viaje a Carcassonne) nos dimos cuenta que a nuestra forma de viajar le encajaba mejor una autocaravana que una caravana, y decidimos comprar la auto y vender la caravana.

Todo fue bastante rápido, y 5 meses antes de salir, estrenábamos la auto, momento en el que decidimos que en verano viajaríamos al sur de Noruega, abandonando la idea inicial de Suiza (lo vimos todo más fácil, y nos atrevimos a más).

4 meses antes de salir empezamos a preparar el viaje a Noruega, compartiendo ideas con otra familia de Donosti, que finalmente no viajó a Noruega, pero gracias a la que cuajaron algunas de las decisiones tomadas, ya que hasta quince días antes de la salida lo preparamos entre ambas familias, cada cual indicando qué puntos le interesaban, qué tipo de ferries nos iban a resultar más cómodos, etc.

Tanto para la otra familia como para nosotros, la principal preocupación era que sus niñas y las nuestras sobrellevaran bien un viaje tan largo, y no aborrecieran la autocaravana debido a este viaje.

Por ello el viaje se centró en una zona muy concreta, al sur de Noruega, alrededor de Bergen y hasta Geiranger, y con no más de 4-5 horas de conducción diaria, calculando una velocidad promedio de 30-40 km/hora en las carreteras noruegas.
También por esa razón decidimos cruzar de Dinamarca a Noruega en ferries de trayecto largo, para poder descansar nosotros y las niñas mientras alguien conducía por nosotros, ganando algún día de viaje.

Empecé consultando material informativo que nos envió la oficina de turismo de Noruega, donde vi unas espectaculares fotos de Preikestolen, así como la guía verde Michelin (fue la que centró el viaje en la zona comprendida entre Bergen y Geiranger).
Otras guías de Noruega, básicas para la preparación del viaje fueron la guía de “Insight Guides – Discovery Channel”, con unos relatos y fotos fabulosos, así como la guía “DK – Eyewitness Travel Guides”, que es muy clara y esquemática (posteriormente la vi traducida como “Guías Visuales” de El País Aguilar). También cayó en mis manos una minúscula guía, “Norway This way” de JPM Publications.

En cuanto a mapas, marqué el itinerario sobre los mapas de “freytag & berndt”, a escala 1:250.000, absolutamente impecables.

Empecé a leer relatos de viajes a Noruega, Cabo Norte, etc., tanto por las etapas que describían, como por la logística y organización del viaje. Leí los relatos de Toni de Ros, Pepe Hermo, El Marqués, Juan José Ternero, Josep Pascual, y sobre todo el viaje iniciático a Noruega, de Rubén, en el que se basó finalmente nuestro itinerario en gran medida, aunque quitando y añadiendo parte de la ruta (añadimos Preikestolen y quitamos toda la parte de Oslo).

El TomTom puso su incuestionable granito de arena una vez en ruta, copiloto incansable, sólo con unas pequeñas lagunas en la base de datos de campings alrededor de Lyon-Vienne, y con una extraña preferencia por cruzar Lyon a rodearla.

15 días antes de salir (cuando supimos que la otra familia no iba a venir a Noruega) hicimos las reservas para los ferries de ida y vuelta entre Dinamarca y Noruega. La vuelta estaba completa para la compañía y fecha previstas, por lo que tuvimos que reservar con otra compañía, y volver un día antes de lo previsto, lo que me obligó a redistribuir el itinerario, intentando cubrir lo mismo en un día menos.

Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nos hacían falta pasaportes para las niñas, y carnet internacional de conducción para nosotros (eso nos dijeron, quizás no era necesario). Tarde, pero lo conseguimos (aunque luego nunca nadie nos pidió ningún documento). Unos meses antes también nos habíamos sacado las tarjetas sanitarias europeas para todos.

El fin de semana previo al de la salida, tuvimos la autocaravana delante de casa durante un día, la limpiamos, y la cargamos con casi todo, menos ropa personal de verano, fruta, y nevera.

2 días antes de salir, conectamos la nevera, ya que siguiendo los consejos de Toni de Ros en su relato del viaje a Cabo Norte, decidimos llevarnos carne congelada, y quería tener el congelador a pleno rendimiento el día de la salida.

Compramos unos ventiladores a 12 voltios justo antes de irnos, y la noche antes de irnos fundimos un par de fusibles probándolos, o sea que no se vienen a Noruega. No estamos para sustos de última hora.

En cuanto a ropa, ya disponíamos de un equipo básico para nosotros. Para las niñas fui a Decathlon, donde compré chaquetas paravientos impermeables de Gore-Tex, con doble sistema de cremallera, de forma que se les podía acoplar o quitar un forro polar.

En cuanto a ropa de cama, y a fin de evitar costes añadidos a la compra de la autocaravana, hasta entonces habíamos viajado con los edredones nórdicos de plumas de las camas de casa, que a cada salida poníamos y quitábamos de la auto, como quien baja su chaqueta al coche.
Para este viaje, aparte de que ya empezaba a cansarnos el tema de subir y bajar edredones, me imaginé en pleno agosto en las autopistas francesas, asfixiada de calor, y rodeada en el habitáculo por edredones nórdicos, por lo que repetí visita a Decathlon, y compré sacos de dormir rectangulares de cremallera, de los menos gruesos, 2 en tamaño niña, y 2 en tamaño adulto. Por poco precio (creo que 12 € cada uno) tuve ropa de cama escamoteable (se pudieron esconder muy bien los primeros días del viaje), y muy versátil: desabrochados los usamos a modo de edredón, para taparnos por encima, y en caso de mucho frío, se pueden abrochar total o parcialmente, y usarlos más a modo de saco.
Además, se lavan muy fácilmente en la lavadora, y no hay que planchar ¡!!

Desde entonces estos sacos ya viven en nuestra autocaravana.


Sábado 30 julio: Centelles-Orange (433 km)

El gran día. Decidimos salir en sábado y no en viernes por la noche (como hacemos en las escapadas de fin de semana), para salir duchados con comodidad, con un día menos de ropa por lavar. etc.

Lo cargamos casi todo en la auto el viernes por la noche. Para el sábado sólo hay que cargar las bicis, la nevera y congelador. Aún así, salimos a las doce del mediodía.

En la nevera (pequeña) se obra un milagro: Caben 8 paquetes de jamón dulce (ya compré los que abultaban menos, aunque costara más despegar las lonchas), otros tantos paquetes de queso en lonchas, otros tantos de jamón ibérico, 8 patés frescos, 5 tortillas de patatas, 2 bolsas de lechuga para ensalada, unos 30 tomates para untar pan, apilados en la puerta meto los 17 yogures que tenía en casa (la última semana compré demasiados, o las niñas comieron a menos ritmo los últimos días en casa), 2 paquetes de paella de arroz precocinada que ya tenía y habrían caducado, 6 albaricoques muy maduros que quedaban en casa, 2 paquetes de Rôti de pollo relleno precocinado, 3 “bulls”, 2 paquetes (sin el cartón) de pechugas de pollo precocinadas que también habrían caducado, 2 paquetes (sin el cartón) de hamburguesas precocinadas, 1 botella de agua con gas, 1 botella de agua sin gas, 1 botella de cava, 2 latas de clara. En el congelador, raciones de carne para 4 personas para 8 días (4 días pechuga de pollo fileteada, y 4 días bistec de ternera fileteado).
Iba todo tan ajustado, que ni siquiera se caían las cosas cuando abríamos la puerta.

Fuera de la nevera viajaban 5 melones numerados según el grado de madurez (se nos echaron a perder uno y medio por el camino), manzanas y algunos plátanos, así como 12 longanizas que encargué un mes antes y que el tocinero me tuvo secando aparte (eso no se echó a perder ¡!!). Cuanto más secas, más nos gustan, y más resisten a los calores.

Además llevábamos tal cantidad de latas de conserva, tetra-briks de caldo Aneto “natural”, paquetes de pasta de sopa, arroz, tomate frito, leche en polvo, infusiones, cava, agua con gas, claras, que aún comiendo todos los días en la auto excepto dos cenas, al volver a casa todavía teníamos comida suficiente para viajar por lo menos una semana más.

Pensé en hacer un inventario de las conservas antes de salir, pero el tiempo apremiaba y lo obvié. Cada día elegía de entre las latas que quedaban más a la vista, y hacia el final del viaje aparecieron 4 valiosas latas de aceitunas rellenas que habíamos estado racionando al desconocer su existencia.

De hecho, todo estaba racionado: 1 longaniza y 1 botella de cava cada dos días, 1 tomate de untar pan cada día, etc.

Pues bien, por fin salimos. La conducción funciona por rigurosos turnos de dos horas, entre mi marido y yo. El tramo inaugural me toca a mí, como ya viene siendo costumbre. Es para mí un honor …

Comemos en un parking de la autopista, cerca de Girona, macarrones precocinados Gallo (viajan fuera de la nevera, eso ya no pudo participar del milagro de la nevera, menos mal que los podemos consumir de forma inmediata), y albóndigas de lata (un clásico para el viaje, pues con las niñas no me atrevo con los callos, pimientos del piquillo, etc.).

Cruzamos la frontera francesa. Hay unas colas monumentales en sentido contrario al nuestro, dirección España. Pobres ….

Merendamos en un área de la autopista que tiene una especie de duchas al aire libre, de las que sale agua pulverizada para refrescar el ambiente. Las niñas se lo pasan en grande. ¿Por qué les gustará tanto mojarse?

Dormimos pasado Orange. He leído que justo después de Orange hay un área para autocaravanas, pero no damos con ella (al día siguiente vemos una, supongo que es la de Montélimar, más adelante).

NOTA: Unos meses después del viaje, conseguimos un fichero con los PDIs para el TomTom de las áreas de pernocta europeas, genial. Lástima no haberlo tenido para este viaje.

Inicialmente paramos en una gasolinera, pero tiene demasiado movimiento y no nos convence. Continuamos hasta la siguiente área, mucho más tranquila. Son las 19:45.

Cenamos pan con tomate, sardinas de lata, ensalada. El pan es una promoción de regalo del supermercado que hemos ido a recoger hoy al salir de casa, y está muy bueno.

No nos atrevemos a sacar el cava y las copas sobre las mesas del área, queda demasiado ostentoso.

No encontramos la clara Damm tan perfecta como nos la imaginábamos, tal como pintan unos spots publicitarios de la televisión. Pero debemos confesar que a lo largo del viaje le vamos cogiendo el gustillo.

No hay más autocaravanas o caravanas pernoctando en el área, y David está algo nervioso, por mantener las niñas a la vista (juegan con los cubos y las palas a recoger tierra, insectos, etc.)


Estamos en una entrada / salida de la autopista, de uso restringido a personal autorizado, que durante la noche ha usado repetidamente la policía, por lo que parece un lugar seguro.

Gastos: Diesel 40.80 €
Peajes: 21.70 €

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